miércoles, 27 de enero de 2010

Leo Simoes

Inmortalizar un juego

Del 18-01-2010 al 12-02-2010



Leo Simoes

Nace en la Península Ibérica en 1968. Veinte años después compra su primera cámara réflex decidido a aprender fotografía.

Desde entonces ha realizado exposiciones individuales y ha participado en numerosas muestras colectivas en España y Portugal.

En la actualidad desarrolla varios proyectos fotográficos y paralelamente imparte y coordina la iniciativa FotoTalleres en Sierra Mágina, lugar de encuentro donde se convocan distintos talleres dirigidos por fotógrafos de reconocida trayectoria nacional e internacional.

Inmortalizar un juego

El mismo gesto que nos oculta nos revela. En lo que dura un gesto cabe una identidad y una máscara. Exhibimos unas u otras a lo largo del puñado de instantes que llenan nuestra vida y en el misterio del tiempo intentamos congelar la verdad. Pero lo que somos sólo es una intuición en la que se aventuran otros mientras continuamos haciendo gestos, exhibiendo máscaras, revelando identidades, viviendo, muriendo.

Estamos entonces poseídos por el orgullo de ser capaces de negar lo inevitable. Lo mismo nos puede provocar una sonrisa cómplice como un océano de lágrimas, da igual, el caso es que dispongamos de una vestimenta para cubrir el alma invisible y saber así a qué agarrarnos cuando el vértigo de la incerteza nos aceche, cuando el tiempo nos desnude ante la nada.

Mientras no tengamos la capacidad tecnológica o intuitiva de fotografiar los sueños, algo que el diablo nunca admitiría sin imponer cláusulas leoninas en el contrato de explotación de sus derechos, ni la patronal religiosa por desmontarle el negocio de la eternidad, lo único que tenemos es la valiente osadía de mortales como Simoes.

La aventura con el otro es un extracto de convivencia llevado a sus últimas consecuencias. Cada retrato resulta de la interpretación de una relación sincera, que profundiza allá donde únicamente podemos encontrarnos: en la superficie.

Entre el instante en el que Leo Simoes nos ve y el instante en el que nos escondemos, estamos jugándonos la vida con la feliz intensidad de un juego infantil, arrancando a la muerte una cosecha de certezas y convicciones transgénicas perfectamente cuidadas desde la semilla hasta el fruto, en las que intervienen un sin fin de músculos, nervios y sangre que ha de regar la tierra algún día. Serán los restos de ese instante de juego que todavía seremos nosotros de alguna manera.

Al fin y al cabo, somos inmortales cuando asumimos que perdemos, ganamos el júbilo de volvernos indiferentes ante la derrota cuando descubrimos el gozo de la sucesión ininterrumpida de afectos que podemos ganarle al tiempo.

En esta colección de retratos se afronta una derrota con el orgullo de hacer realidad un sueño inmortal. A los mortales no nos es posible abarcar todas las derrotas desde la primera noción de arte.

Esa condición, la esencia que nos distingue, sinceros fingidores, adoradores del instante que nos inmortaliza, se nos escapa cada vez que nos empeñamos en alcanzarla. Somos lo que parecemos, no hay más que miradas y silencios. Entre unas y otras soñamos el encuentro, la amistad, el amor: la derrota jubilosa de los mortales.


Kúster Gómez de Agüero

Su obra personal puede verse en www.leosimoes.com

Galería Contraluz

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