Hasta el 4 Enero 2009
En marzo de 1956 un joven de tan solo 21 años de Tupelo (Mississippi), llamado Elvis Presley edita su primer LP bajo el sello RCA, en poco tiempo el disco logra situarse en lo alto de las listas y popularizar internacionalmente un nuevo estilo de música denominado Rock and Roll. Muy pocos meses después al otro lado del Atlántico el artista inglés Richard Hamilton realiza un pequeño cuadro que tiene prácticamente las mismas dimensiones que la portada del disco de Elvis, la obra es un collage que lleva por título: “Just what is it that makes today´s home so different, so appealing?” y tras ser exhibida en la exposición “This Is Tomorrow” se convierte en la pieza fundacional del movimiento Pop Art.
A partir de ese momento las artes visuales y el rock han discurrido por caminos paralelos experimentando una serie de relaciones e intercambios que han renovado de modo efectivo el mundo de la imagen, no en vano el propio Richard Hamilton frecuentaba los ambientes musicales del Swinging London y colaboró unos años después con bandas como The Beatles o The Rolling Stones; del mismo modo que Elvis se convirtió en uno de los temas preferidos de artistas pop norteamericanos como Andy Warhol o Ray Johnson.
Desde la década de los sesenta hasta hoy son ya varias las generaciones de artistas educados bajo la influencia de la que en sus inicios fue bautizada como: “la música del diablo” y en consecuencia son varios los movimientos y manifestaciones culturales que –fascinados por su potencial subversivo- han integrado en sus prácticas artísticas elementos que se relacionan de modo directo o indirecto con los modos e iconografías del rock.
Del pop al arte conceptual, de la performance al videoarte, del situacionismo a las prácticas activistas del nuevo milenio; artistas como Andy Warhol, Robert Rauschenberg, Vito Acconci, Rodney Graham, Mike Kelley, Tony Oursler, Raymond Pettibon o Christian Marclay entre un largo etc que llega hasta hoy, se han aproximado a este género musical en algunos de sus trabajos más significativos, llegando a veces a formar sus propias bandas de rock y a grabar discos. Al mismo tiempo, conviene recordar al respecto que algunos músicos de rock reconocidos internacionalmente como: John Lennon, David Bowie, Pete Townshend, Syd Barret, Brian Eno, David Byrne, Laurie Anderson o más recientemente miembros de bandas como Sonic Youth, Blur, Franz Ferdinand o Babyshambles, se formaron en escuelas de arte antes de dedicarse profesionalmente a la música…
Género híbrido por excelencia, el rock, -mucho antes que el arte- se perfila como el primer movimiento cultural posmoderno en el cual se dinamitan las barreras entre la alta y la baja cultura, entre el arte y el espectáculo, entre el escenario y la vida cotidiana. Y seguramente por esta razón, el rock también ha sido el primer movimiento contracultural de la historia que desde sus inicios fue susceptible de ser asimilado e integrado dentro del sistema económico para dar luz a una de las industrias más prósperas del capitalismo cultural.
En efecto, desde su nacimiento allá por los años 50 el rock -al igual que el arte de vanguardia- se ha movido en un espacio lleno de paradojas. Por una parte el rock renace cada cierto tiempo con una voluntad transgresora y subversiva que en diferentes momentos del siglo XX ha servido para modificar las costumbres y los hábitos de consumo cultural; recordemos el impacto que causan en los jóvenes norteamericanos los libidinosos movimientos de Elvis en la televisión a mediados de los cincuenta, las promesas de la utopía hippie en los sesenta, la agresividad postsituacionista de la revuelta punk en el Londres de 1977 o la vinculación entre las reivindicaciones de los derechos civiles de la comunidad afroamericana y estilos como el soul en los años 60 y 70 y el Hip Hop en los 80, o la relación entre el hedonismos de la música de baile con las reivindicaciones de género, por citar algunos de los ejemplos más reconocidos. Pero por otra parte la industria musical –al igual que el sistema del arte- ha tenido la facultad de fagocitar -y en consecuencia desactivar- las corrientes musicales más incómodas, transformándolas en espectáculo de masas.
El proyecto Rock My Religion, desarrollado en el marco del Festival Internacional de Fotografía de Castilla y León EXPLORAFOTO, no elude estas contradicciones inherentes al género sino que se zambulle en ellas a través de los soportes que mejor han reflejado visualmente las grandezas y miserias del rock, la fotografía y la imagen en movimiento.
Rock My Religion / Explorafoto reúne a más de 60 artistas nacionales e internacionales trabajando sobre todo tipo de soportes y se articula a través de 20 exposiciones distribuidas por 11 espacios expositivos de toda la ciudad de Salamanca que incluyen tanto proyectos individuales como colectivos, convirtiendo a la ciudad del Tormes durante los meses de Octubre y Noviembre en una de las capitales europeas de la imagen.
El título de la exposición: Rock My Religion proviene de un famoso vídeo realizado en 1982 por el artista conceptual norteamericano Dan Graham en el cual plantea una provocadora tesis sobre la relación entre la religión y el rock en la cultura contemporánea, que, sin duda, podría hacerse extensible a las artes visuales. El otro punto de referencia esencial a la hora de articular este proyecto ha sido el libro del escritor norteamericano Greil Marcus “Rastros de Carmín” (1989), en él traza una genealogía de movimientos culturales en los que se producen puntos de confluencia entre la escena artística y musical, poniendo especial atención en aquellos momentos –por lo general de muy corta duración- en los que tanto los artistas visuales como los músicos de rock se movieron en el territorio de la utopía y la incorrección política.
Partiendo de estas y otras referencias, el proyecto Rock My Religion también propone una genealogía de obras musicales y visuales que, como en el libro de Marcus, hunden sus raices en Dadá y el Situacionismo y alcanzan su punto de ebullición a través del Punk llegando a nuestros días en el trabajo de numerosos creadores para los que el arte y música pueden ser formas de resistencia cuya marca es tan intensa y efímera “como una marcha de carmín que se borra pero deja una profunda huella en nuestra memoria (…)”.
DA2 Salamanca. Domus Artium 2002 Avenida de la Aldehuela s/n - 37003 Salamanca
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