miércoles, 20 de febrero de 2008

Gervasio Sánchez


VIDAS MINADAS. 10 AÑOS





Ya la pudimos ver en Madrid en el Instituto Cervantes y ahora el CCCB presenta la exposición Vidas minadas. 10 años, del fotoperiodista Gervasio Sánchez. La muestra, que se podrá ver hasta el 13 de abril, retrata la evolución de los niños que fueron mutilados hace diez años y que ahora ya son jóvenes y trabajadores y padres, que han crecido con la marca de la explosión en su cuerpo. Estas historias personalizadas se acompañan de una segunda parte formada por 98 retratos, 48 prótesis y 25 minas antipersonas presentadas en murales.

Vidas Minadas es un proyecto fotográfico de sensibilización que Sánchez realiza desde 1995 con el apoyo de Intermón Oxfam, Manos Unidas y Médicos sin Fronteras, tres de las más de 1.400 organizaciones que en 90 países trabajan para erradicar las minas, un esfuerzo recompensado en 1997 con el Premio Nobel de la Paz. La compañía DKV Seguros, muy implicada en labores sociales y asistenciales, es la principal colaboradora del proyecto.

Diez años después de la entrada en vigor del Tratado de Ottawa, cuarenta países, entre los que destacan Estados Unidos, Rusia o China, principales productores mundiales de minas y con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, siguen negándose a firmarlo, mientras miles de personas pasan anualmente a formar parte de un impresionante ejército de mutilados.

El impacto humanitario de las minas es más profundo y devastador que los efectos de cualquier otra arma: no sólo cercenan miembros o vidas, también impiden el libre acceso de los campesinos a sus tierras, de las mujeres a los pozos de agua o de los niños al colegio. Como consecuencia de ello, muchas tierras se quedan sin cultivar y familias pobres ven mermados sus ingresos.




El desminado también supone un pozo sin fondo de gastos para los países más afectados. Camboya, uno de los países más minados del mundo, tendría que emplear el equivalente a su producto interior bruto de cinco años si desea eliminar totalmente las minas enterradas. Según la ONU, harían falta 1.100 años y 30.000 millones de euros para erradicar los 167 millones de minas plantadas en 78 países de todo el mundo.


VÍCTIMAS
Cada año las minas antipersona provocan 15.000 nuevas víctimas. Colombia, Camboya, Afganistán, Angola, Bosnia o Irak destacan entre los 78 países afectados por esta dramática situación. Unos 300.000 supervivientes sufren algún tipo de mutilación. Desde 1997 los 151 países firmantes del Tratado de Ottawa sólo han dedicado un 10% de la cantidad necesaria calculada por las organizaciones especializadas para financiar los programas de atención y rehabilitación de las víctimas de las minas.


PRÓTESIS
Las víctimas siguen manteniendo una estrecha relación con el dolor físico y sufren secuelas psicológicas. Quienes han sufrido la pérdida de una o dos piernas a edades tempranas necesitarán cambiar de prótesis unas 25 veces antes de morir. El coste económico es imposible de asumir para la mayoría de afectados que viven en países con rentas per capita inferiores a los 40 euros al mes. Muchos de ellos se han tenido que construir sus primeras prótesis con los materiales más curiosos, incluidos envases de refrescos o carcasas metálicas.


MINAS
El coste de una mina terrestre no llega a los tres euros mientras que localizarla, desactivarla y destruirla supera los 750 euros. Una superficie equivalente a un campo de fútbol, que se siembra de minas en una hora, obliga a tres meses de trabajo si se quiere garantizar su desminado total. Con el actual ritmo de financiación, la ONU calcula que se necesitarán más de 1.000 años para desactivar los 167 millones de minas plantadas en 78 países de todo el planeta.

CCCB
Montalegre 5

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