martes, 26 de agosto de 2008

Ricardo Cases

La caza del lobo congelado
Hasta el 15 de septiembre.



Treinta imágenes acompañadas de una mirada neutral y la fortuna del cazador. Las fotografías de Ricardo Cases forman un trabajo contemporáneo, joven, fresco y con mucha fuerza, que le han valido ser el Nuevo Talento Fnac de Fotografía 2007. Una manera poética y brutal de retratar la eterna lucha del hombre contra la naturaleza.

Continúa el Nuevo Talento Fnac de Fotografía dando muy gratas sorpresas. Después de unos años en que ha presentado en sus galerías fotográficas a figuras emergentes del panorama español como Leila Méndez, Carlos Luján o Albert Corbí, con Ricardo Cases la buena salud del galardón continúa.

Un jurado formado por Ricky Dávila, Santos Cirilo, Aitor Ortiz y Mikel Aristregi'La caza del lobo congelado' merecía el reconocimiento de ser exhibido. Una decisión valiente si se tiene en cuenta que las imágenes de Cases apuntan a un tema tan polémico como la caza y se mueven entre el límite de una violencia sangrienta que a unos les puede resultar poética y a otros repulsiva.

En cualquier caso, las casi treinta instantáneas que componen esta incursión en un mundo en principio hostil a las bondades del objetivo son lo bastante contundentes como para que a ningún jurado ni espectador le pasen desapercibidas. A veces la fotografía habita esa zona de dudosa moralidad pero de absoluta inocencia.

Fogonazos de realidad se entrecruzan en una naturaleza grácil en la que los hombres armados aparecen como una figura de verdaderos profanadores. ¿Dónde está el placer? ¿Quién puede presumir de dar muerte a ciervos y rebecos? ¿Por qué el ritual de la cacería?

Quizás nunca pongamos de acuerdo a los partidarios y enemigos de la caza, pero sí podemos argumentar que Cases narra con el neutralismo de un conflicto bélico hechos que ocurren normalmente en cualquier partida privada en la que hombres, escopetas, perros y presas se dan cita en un rito inmemorial al que un coro de disidentes considera anterior a toda la civilización. En este territorio antropológico de bestias aparece el ojo del fotógrafo para agigantar el eco de todo lo que allí ocurre. Y lo que parece una paradoja: seres pacíficos, ciudadanos respetables se convierten en asesinos.

Cases ha tenido la fortuna del cazador: encuentra un filón en este escenario y lo lleva entre los dientes hasta quedar exhausto de la persecución. En sus disparos, nunca mejor dicho, hay siempre un fogonazo de evidencia y otro de crueldad. Está tan cerca del acto que mancha nuestras manos de sangre, aunque con tanta capacidad e ironía que nos sumerge otras veces en un bucólico paisaje campestre de cornamentas encima de la chimenea y chuletas a la parrilla.

Sus fotos no son para estómagos delicados: presentan el apasionante pulso de un cazador que busca en medio de la jauría el tesoro de esas imágenes, la misma emoción que muchos experimentados retratistas literarios de tales escenas como Miguel Delibes, Guillermo Arriaga o José María Castroviejo han contado a través de sus páginas.

Podemos estar con el ánimo cazador o permanecer refugiados en la cueva escuchando de lejos el fragor de las postas. En cualquier caso, las imágenes de este Nuevo Talento 2007 no dejan indiferentes. Están ahí al acecho, con todo su olor a carne salvaje. Tal vez con la premonición de un sacrificio.


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La caza del lobo congelado© Ricardo Cases. Nuevo Talento Fnac de Fotografía 2007

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