Organiza: Filmoteca Española
Buñuel el loco, el surrealista, el de la mirada distinta, el observador. A los 25 años de su muerte, la Filmoteca Española de Madrid le rinde homenaje al director español con una exposición de fotografías realizadas por el mismo Buñuel, tomadas en México cuando buscaba locaciones para algunas de sus películas. Definitivamente, una faceta desconocida hasta hoy del cineasta que ha dado origen a una colección que consta de cerca de mil fotografías que forman parte del legado dejado por Buñuel y que fueron descubiertas por Javier Espada, director del centro Luis Buñuel del pueblo de Calanda (Teruel, España).
© LUIS BUÑUEL
Los olvidados
© LUIS BUÑUEL
El ángel exterminador
Los olvidados
Luis Buñuel es, sin duda, uno de los directores de cine más conocidos. Se ha escrito mucho sobre él y se han realizado muchas exposiciones. Sin embargo, aún hay algunos aspectos de su obra que son poco conocidos, y no hemos resistido la tentación de mostrar uno de ellos. Entre los fondos de la Filmoteca Española se conserva una colección de fotografías realizadas por él para la localización de los exteriores de sus películas mexicanas y hemos querido divulgar este material que ilustra la labor previa a la realización de sus films, y que además nos muestra otra cara de Buñuel. Ahora que se va a cumplir el vigésimo quinto aniversario de su muerte nos ha parecido oportuno rendirle un nuevo homenaje y creemos que una buena forma de hacerlo consiste en dar a conocer esta parte inédita de su obra. Buñuel llegó a México en 1946, casi por casualidad, después de haber pasado por una serie de tribulaciones, y en un momento en que se encontraba sin trabajo ni patria, este país lo acogió y le ofreció trabajo, lo que le permitió realizar el cine que todos conocemos. Allí se instaló y residió hasta su muerte, en 1983. Entre 1947 y 1965 filmó en
México veinte películas.
De estas veinte, hemos encontrado, en los fondos mencionados, fotografías de localización de doce de ellas. Es lógico no tener localizaciones de algunas películas, bien porque están rodadas casi íntegramente en interiores de estudio, como es el caso de Gran Casino 1 (1947, en los estudios Clasa) o Don Quintín el amargao (1951,en los estudios Tepeyac), o bien en otros casos en los que, suponemos que por tratarse de exteriores muy conocidos para él, no necesitaba fijarlos en una fotografía. Sin embargo, hay algunas ocasiones en que nos sorprende no encontrar imágenes. Por ejemplo, Robinson Crusoe, (1952) está rodada en las playas de Manzanillo, de donde no hemos encontrado ninguna fotografía; dado el tiempo que hace que fueron tomadas, y las vueltas que han debido de dar antes de llegar a la Filmoteca Española, es muy probable que se hayan perdido.
La colección mencionada, de la que hemos partido para realizar esta exposición, consta de cerca de mil fotografías que forman parte del legado Buñuel, y fue adquirida a sus herederos por el Ministerio de Cultura y asignada a la Filmoteca Española. Cuando llegaron estaban dentro de una caja de cartón, clasificadas en setenta y tres grupos, cada uno dentro de un sobre. Los formatos y papeles son muy diversos, lo cual es comprensible si tenemos en cuenta que entre la primera película de la que hemos encontrado fotografías, Los olvidados (1950), y la última, Simón del desierto (1965) transcurrieron quince años. El estado de conservación general es bueno, excepción hecha de algún grupo que está deteriorado y con la imagen casi borrada, posiblemente por una mala fijación química de la fotografía original. A pesar de que no se trata de de fotografías artísticas, se puede afirmar que tienen suficiente calidad para que en sí mismas constituyan un elemento estético digno de admirarse, y que su exhibición sea realmente atractiva. No obstante, su mayor valor no es éste, sino el de aportarnos claves para conocer mejor la obra de Luis Buñuel y hacernos descubrir aspectos poco conocidos de su trabajo. Pueden servir de ayuda a la hora de
investigar la forma en que realizaba su trabajo, cómo lo preparaba, qué lugares le interesaban, cuál era su mirada, etc.
Estas fotografías no han tenido nunca entidad en sí mismas; forman parte de un todo, son simplemente un elemento más de las tareas previas necesarias para la realización de una película, como puede ser la escritura del guión o la selección de actores, factores que, aunque no sean patentes en el resultado final, sí que forman parte de éste y contribuyen a la calidad general del cine de Buñuel. Encontramos muchos Méxicos en las fotografías tomadas por Buñuel, tantos Méxicos como los que podemos contemplar en sus películas, desde las selvas tropicales o los manglares de Acapulco (hoy convertidos en gran parte en hoteles y urbanizaciones) hasta las zonas urbanas, como las calles o la Universidad de México D. F. Desde las mansiones burguesas como la de El ángel exterminador (1962) y las ricas haciendas como la de Abismos de Pasión (1953) hasta los humildes jacales (chabolas) de Los olvidados; desde los barrios ricos de Él (1953) hasta los pueblos humildes de Nazarín (1958).
Hay muchos aspectos que quedan de manifiesto al estudiar esta colección. Por ejemplo, sorprende que, mientras que por lo general, y salvo muy raras excepciones, sus fotografías se refieren a paisajes sin gente, cuando contemplamos las que realizó para la preparación de Los olvidados encontramos que en casi todas ellas hay numerosas personas, especialmente niños. Esto puede hacer pensar que las utilizara para poder recrear luego los personajes o que, simplemente, ante la enorme miseria que mostraban estos individuos sin- Pienso que la gente que vive por esos lugares debe decir: ‘otra vez ése con sus cámaras’. Aunque Buñuel haya rodado varias películas (con una separación de años) en un mismo enclave, en general sólo encontramos un grupo de fotografías por escenario, lo que hace suponer que, una vez identificado y elegido un lugar, le valían las mismas fotografías, las mismas referencias, para ocasiones posteriores, y no sentía la necesidad de volver a ir de localización. Se puede subrayar que, en no pocas ocasiones, el encuadre de la fotografía de localización coincide milimétricamente con el que utilizó posteriormente en la película, lo que demuestra que, desde antes del rodaje, tenía muy clara la estética que buscaba y cómo lograr plasmarla en un film.
México veinte películas.
De estas veinte, hemos encontrado, en los fondos mencionados, fotografías de localización de doce de ellas. Es lógico no tener localizaciones de algunas películas, bien porque están rodadas casi íntegramente en interiores de estudio, como es el caso de Gran Casino 1 (1947, en los estudios Clasa) o Don Quintín el amargao (1951,en los estudios Tepeyac), o bien en otros casos en los que, suponemos que por tratarse de exteriores muy conocidos para él, no necesitaba fijarlos en una fotografía. Sin embargo, hay algunas ocasiones en que nos sorprende no encontrar imágenes. Por ejemplo, Robinson Crusoe, (1952) está rodada en las playas de Manzanillo, de donde no hemos encontrado ninguna fotografía; dado el tiempo que hace que fueron tomadas, y las vueltas que han debido de dar antes de llegar a la Filmoteca Española, es muy probable que se hayan perdido.
La colección mencionada, de la que hemos partido para realizar esta exposición, consta de cerca de mil fotografías que forman parte del legado Buñuel, y fue adquirida a sus herederos por el Ministerio de Cultura y asignada a la Filmoteca Española. Cuando llegaron estaban dentro de una caja de cartón, clasificadas en setenta y tres grupos, cada uno dentro de un sobre. Los formatos y papeles son muy diversos, lo cual es comprensible si tenemos en cuenta que entre la primera película de la que hemos encontrado fotografías, Los olvidados (1950), y la última, Simón del desierto (1965) transcurrieron quince años. El estado de conservación general es bueno, excepción hecha de algún grupo que está deteriorado y con la imagen casi borrada, posiblemente por una mala fijación química de la fotografía original. A pesar de que no se trata de de fotografías artísticas, se puede afirmar que tienen suficiente calidad para que en sí mismas constituyan un elemento estético digno de admirarse, y que su exhibición sea realmente atractiva. No obstante, su mayor valor no es éste, sino el de aportarnos claves para conocer mejor la obra de Luis Buñuel y hacernos descubrir aspectos poco conocidos de su trabajo. Pueden servir de ayuda a la hora de
investigar la forma en que realizaba su trabajo, cómo lo preparaba, qué lugares le interesaban, cuál era su mirada, etc.
Estas fotografías no han tenido nunca entidad en sí mismas; forman parte de un todo, son simplemente un elemento más de las tareas previas necesarias para la realización de una película, como puede ser la escritura del guión o la selección de actores, factores que, aunque no sean patentes en el resultado final, sí que forman parte de éste y contribuyen a la calidad general del cine de Buñuel. Encontramos muchos Méxicos en las fotografías tomadas por Buñuel, tantos Méxicos como los que podemos contemplar en sus películas, desde las selvas tropicales o los manglares de Acapulco (hoy convertidos en gran parte en hoteles y urbanizaciones) hasta las zonas urbanas, como las calles o la Universidad de México D. F. Desde las mansiones burguesas como la de El ángel exterminador (1962) y las ricas haciendas como la de Abismos de Pasión (1953) hasta los humildes jacales (chabolas) de Los olvidados; desde los barrios ricos de Él (1953) hasta los pueblos humildes de Nazarín (1958).
Hay muchos aspectos que quedan de manifiesto al estudiar esta colección. Por ejemplo, sorprende que, mientras que por lo general, y salvo muy raras excepciones, sus fotografías se refieren a paisajes sin gente, cuando contemplamos las que realizó para la preparación de Los olvidados encontramos que en casi todas ellas hay numerosas personas, especialmente niños. Esto puede hacer pensar que las utilizara para poder recrear luego los personajes o que, simplemente, ante la enorme miseria que mostraban estos individuos sin- Pienso que la gente que vive por esos lugares debe decir: ‘otra vez ése con sus cámaras’. Aunque Buñuel haya rodado varias películas (con una separación de años) en un mismo enclave, en general sólo encontramos un grupo de fotografías por escenario, lo que hace suponer que, una vez identificado y elegido un lugar, le valían las mismas fotografías, las mismas referencias, para ocasiones posteriores, y no sentía la necesidad de volver a ir de localización. Se puede subrayar que, en no pocas ocasiones, el encuadre de la fotografía de localización coincide milimétricamente con el que utilizó posteriormente en la película, lo que demuestra que, desde antes del rodaje, tenía muy clara la estética que buscaba y cómo lograr plasmarla en un film.
Elena Cervera, comisaria de la Exposición
© LUIS BUÑUEL
El ángel exterminador
Filmoteca Española - Magdalena, 10 - 28012 Madrid
http://www.mcu.es/cine/docs/MC/FE/exposicion_bunuel.pdf
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