jueves, 10 de marzo de 2011

Bienal Fotográfica de Córdoba 2.011

La edición anterior de la Bienal tuvo entre sus logros -éste imperecedero- abrir para la ciudad un espacio cultural como la Sala Orive, espacio que desde entonces ha dado un juego notable a las actividades culturales de Córdoba tanto en exposiciones como en conciertos o actos literarios. La siguiente exposición que sucedió a la de la citada Bienal también fue de fotografía y la que antecede a esta nueva edición también lo ha sido. Sirvan estos primeros apuntes para significar la importancia que desde Córdoba damos al universo fotográfico. Y la Bienal y las exposiciones fotográficas que se suceden continuamente son un eslabón de una cadena que se completa con dos premios, uno ya veterano como es el Premio Mezquita y uno pujante y sobresaliente como es el Premio de Fotografía Internacional Pilar Citoler.

Esta duodécima Bienal Internacional de Fotografía de Córdoba va a abrir la década cultural en nuestra ciudad y lo hace en un año crucial para nuestras aspiraciones como Capital Europea de la Cultura (nuevamente la Bienal coge un testigo de vital importancia). La Sala Orive volverá a entrar en juego y volverá a hacerlo en compañía de otras tantas salas; en total 12 salas, públicas y privadas, y dos espacios públicos para otras tantas exposiciones tanto individuales como colectivas. Este año la Bienal gira alrededor de un eje nítido: ASIA. Esta apuesta pretende acercar los extremos de oriente y occidente cruzando el Bósforo y recorriendo el Mediterráneo hasta desembarcar en el Guadalquivir que riega Córdoba. Córdoba quiere seguir jugando su rol de ciudad de encuentro y diálogo entre culturas y continentes.

Esta travesía está virada de contemporaneidad de la mano del chino Wang Qingsong, el coreano Han Sungpil y las turcas Ilke Veral y Zülal Er en; desde esos lejanos países nos llegan tres propuestas fotográficas que trascienden cualquier cartografía y se inscriben en los actuales lenguajes icónicos.

Wang nos impacta con su teatralidad, sus escenografías y su personal visión crítica de los rápidos cambios que acaecen en China en las últimas décadas. Sungpil utiliza en su trabajo el engaño perceptivo, el juego de equívocos, las fronteras entre lo real y lo ficticio.
Otras dos exposiciones con referencias asiáticas son la de José Manuel Ochoa con su “Caminos del corazón” y la colectiva “Jardines de arena”. Ochoa nos lleva sobre todo a China e India, en un viaje en el que el fotógrafo ha querido trascender la postal y el mero tránsito físico hasta encontrar el imaginario gráfico desde un mundo personal,
íntimo, introspectivo.

El Mediterráneo se para en sus orillas del sureste, en el atractivo exótico que atrajo a tantos artistas y viajeros del siglo XIX. Es la propuesta, -en este caso historicista-, que nos propone la exposición “Jardines de arena”. Estambul, El Cairo, Kairouan, Damasco, Jerusalén, Tebas o La Meca son algunos de los lugares de estos jardines. Entre esos jardines descubriremos viejas mezquitas que no nos serán ajenas. Desde una de estas fotografías, “El Bósforo desde Estambul” (Guillaume Berggren) nos adentramos en las siguientes propuestas.

Istambul, la vieja Constantinopla, la perla del Bósforo, se presenta en esta Bienal para abrazarse con Córdoba. Este abrazo es compartido por dos autoras turcas, Ilke Veral y Zülal Ersen, y por el cordobés Paco González. Miradas para ensalzar dos ciudades que han sido referencia en la historia de Europa y que aún hoy pretenden mantener viva la llama de sus atractivos, físicos y simbólicos. Estambul acaba de ser Capital Europea de la Cultura (2010) y Córdoba aspira a serlo en unos años (2016). Ahora se hermanan en los objetivos de tres cámaras fotográficas y en el acervo que comparten.

Los fotógrafos cordobeses vuelven a tener su lógico y merecido protagonismo en la Bienal. Amén del ya citado Paco González, tendremos a Lama y Sendra en dos exposiciones individuales y a más de medio centenar de fotógrafos agrupados en dos exposiciones colectivas que tienen como denominador común la ocupación del espacio público: un bulevar y un jardín.

El capítulo de agradecimientos es extenso, pero sobre todo hay que empezar por el Centro Andaluz de la Fotografía (Junta de Andalucía) y la Fundación de Artes Plásticas Rafael Botí (Diputación de Córdoba), sin cuya cooperación esta Bienal tendría menor calidad y relevancia. No es la primera vez que esas instituciones colaboran estrechamente con la Bienal de Fotografía de Córdoba y ya forman parte cómplice e ineludible de la misma.

Los agradecimientos deben continuar hacia la desinteresada colaboración de las salas privadas y de fotógrafos de la ciudad. AFOCO, una vez más, ha comandado este
capítulo. Por último agradecer la colaboración de dos galerías foráneas, Nuble (Santander) y Blanca Berlín Galería (Madrid).

Los miembros de esta Bienal tienen que ser los ecos de la siguiente; un eco que reúna las voces de los fotógrafos, de las entidades participantes y colaboradoras y del público. Todo ello será el punto de partida para mejorar ilusionadamente la próxima Bienal.

Rafael Blanco Perea
Teniente Alcalde de Relaciones Institucionales y Cultura

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