Formato Cómodo presenta la segunda exposición individual de Paula Rubio Infante(Madrid 1977) donde muestra una instalación de fotografías de carácter documental durante la celebración de la Matanza del Cerdo. La instalación reinterpreta una práctica muy común en muchos países, donde un cuerpo humano sin vida debe ser tapado por una manta o una sábana después de su fallecimiento. En esta pieza las fotografías de los cerdos son manipuladas como si de seres humanos se tratase, y se ocultan bajo una “mortaja popular”. Forma parte también de la exposición un audiovisual titulado : “Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo . Danos la paz “ donde se proyectan la celebración de la Fiesta Grande o Aid-El-Kebir en Marruecos y la Matanza del Cerdo en el pueblo de Aldeaseca, Ávila. . Se trata de una pieza que se inscribe dentro del proyecto del mismo título y que aborda el tema inmigración y las actuales relaciones culturales, económicas y sociales entre Marruecos y España . La primera obra de este proyecto se expuso en esta misma galería en PHE08 Festival Off. La instalación estaba constituida por 5 piezas. Las fotografías documentaban la celebración de la Fiesta del Cordero en Marruecos y estaban envueltas en los colchones, de tal forma que no podían ser apreciadas en su totalidad por el espectador. Como es habitual en el trabajo de esta artista la exposición viene acompañada del proceso de creación con un mural de documentación de prensa gráfica , de textos encontrados en diferentes medios. y tres fotografías realizadas por la autora en el año 2003 en Almería donde aparecen unos de bultos en la arena. Así como dibujos y acuarelas representando cuerpos cuya forma solo se percibe confusamente .
Paula Rubio Infante ha sido acreedora de la Beca de Artes Plásticas “Propuestas 2006 “ Fundación Arte y Derecho así como Premio en el Certamen audiovisual INJUVE (2006 ) y en el 2007 Recibió la Beca matadero INTERMEDIAE del Ayuntamiento de Madrid . Sus obras forman parte de Instituciones como la Colección de Arte Contemporáneo de la Consejería de Cultura y Deporte de la Comunidad de Madrid .
“El horror, el horror...” [Notas para aproximarse con cautela al imaginario de Paula Rubio].
Fernando Castro Flórez.
En la instalación Bultos (2007), Paula Rubio presenta seis fotografías de la matanza del cerdo en el pueblo de Aldeaseca de Ávila (una fiesta popular paradigmática), tapadas por otras tantas mantas ; se trata de una alusión a ese acto de cubrir el cadáver : una suerte de mortaja popular. El cuerpo del animal queda simbólica equiparado con el del hombre, en una metaforización que es, al mismo tiempo, un subrayado de la distancia. Entre pecho y espalda (2006) nos plantea esa misma cuestión de la animalidad como lo otro de nuestra condición “humana” ; un sillón desollado por un tapizador y dos fotografías de galgos famélicos alegorizan la caza y su final. Paula Rubio quiere forzar a reflexionar al espectador sobre “lo que ocurre más allá de su cómodo lugar de descanso doméstico”. Todo lo que se puede trasmitir en el intercambio simbólico es siempre algo que es tanto ausencia como presencia. Sirve para tener esa especie de alternancia fundamental que hace que, tras aparecer en un punto, desaparezca para reaparecer en otro : circula dejando tras de sí el signo de la ausencia en el lugar de donde proviene. La obra de arte se entiende como función del velo, instaurada como captura imaginaria y lugar del deseo, la relación con un más allá, fundamental en toda articulación de la relación simbólica : “se trata del descenso al plano imaginario del ritmo ternario sujeto-objeto-más allá, fundamental en la relación simbólica. Dicho de otra manera, en la función del velo se trata de la proyección de la posición intermedia del objeto” . Cuando Paula Rubio alude, por medio del “cordero de Dios”, a la cuestión central del sacrificio o en esas piezas que materializa el cadáver, está desplegando una intensa estética de lo trágico y, así, dando cuenta de nuestra vulnerabilidad. Sus obras son vestigios en pos del sentido , intentos viscerales de sobreponerse al pesimismo y, por tanto, exorcismos de la catástrofe. La rotunda carnalidad de su fantasía nos lleva hasta el terreno de la víctima , allí donde la memoria prácticamente naufraga. Los cuerpos destrozados, la presencia inquietante del animal que nos refleja y la sombra de lo sagrado nos devuelven a ese escenario ancestral en el que corre la sangre, al matadero que, como dijo Bataille, es actualmente algo maldito y está en cuarentena “como un barco portador de cólera” . Tenemos que contemplar esa carroña porque nos enseña no sólo el decir-objetivo sino el fondo abismal de nuestra existencia. El viaje hacia el horror (aquel corazón de las tinieblas), eso que, como la belleza rilkeana, apenas podemos soportar, no permite un retorno con souvenirs, al contrario, en ese proceso radical uno termina por dejarse algo : la piel.
Fernando Castro Flórez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario